"De padres a hijos" by Marwan Abu-Tahoun Recio

21.12.2016 17:06

Hay quien piensa que ser niño debe ser eso,

tener que escuchar ten cuidado,

¿qué te tengo dicho?

no hagas eso,

no corras,

no hagas ruido,

no rechistes

no, no, no,no, no...

y es extraño porque ser niño

consiste precisamente

en no tener cuidado

en no escuchar

en desobedecer

en correr

en hacer ruido - mucho ruido-

y sobre todo en protestar.

 

Quizás es que los adultos

miramos el mundo sin sorpresa en la mirada,

con ojos de adulto, no de niño.

 

Nos invade una vulgar necesidad de correción,

somos los guardianes de la apariencia,

nos empeñamos en que no cometan errores,

de hecho, a menudo ni les dejamos,

cuando ser niños consiste, sobre todo,

en equivocarse.

 

Pero los niños se pasan el día escuchando la palabra no

-35 veces al día según estudios-

y es curioso porque cualquier adulto ante un solitario no

puede convertir una cena en un campo de batalla.

 

Para ser un buen padre hay que aprender

a permitir equivocarse a tus pequeños,

llevar la luz hasta su vida,

no dejarles en herencia nuestro alud de frustraciones.

 

Los niños viven en un mundo suspendido,

maravillados en la composición de un escaparate,

encerrados en una habitación donde nunca reina el tiempo,

donde solo hay voz para el juego y la sorpresa,

ajenos a las leyes de quien ya ha caído

y ve el mundo a través de sus caídas.

 

Pero más allá de eso un hijo nos recuerda cosas

que no deberíamos dejar de ser,

canciones que no debemos olvidar.

 

Convendría dejar de pensar

en quienes queremos que sean nuestros hijos,

mirar hacia nosotros y plantearnos

quien deberíamos ser para ellos.

 

Sería bueno entender del todo

que ser niños es explorar,

tocar, saltar, vivir sin remolques,

que para aprender a valorar las cosas

primero hay que aprender a romperlas

y a llorar después de haberlas roto,

que para caminar recto es preciso

comprender en primer lugar

que significa andar torcido

y que casi todas las heridas

- por mucho que nos cueste pensarlo ya de adultos-

tienen arreglo.

 

Ser padre es ofrecer un lugar al que agarrarse,

una senda que pisar,

una verdad sin dogmas ni cargas propias

para que vayan bien ligeros de equipaje.

 

Pero mucho más aún

para que un niño aprenda

hay que dar ejemplo en lugar de órdenes;

orientar y ordenar no solo tienen tres letras de diferencia

es la distancia entre una infancia feliz

y un niño asustado.

 

¿Queremos eso? ¿Queremos adultos

que no pudieron ser del todo niños?

¿O mejor dejamos a nuestros pequeños

volver morados y sonrientes?

 

Porque ser niño es todo esto que te estoy contando

aunque yo ya esté empezando a olvidarlo.